Hermann Kruk, que inicialmente estaba en contra del teatro, escribió en su diario el 8 de marzo de 1942,
Y aún así, la vida es más fuerte que todo. La vida vuelve a latir en el gueto de Vilna. A la sombra de Ponary hay vida y esperanza de un mañana mejor. Los conciertos boicoteados en un principio son aceptados por el público. Las salas están llenas. Las veladas literarias están llenas y la gran sala no puede acoger a todos los que acuden.
El mundo musical creado en Vilna por la dedicación de jóvenes músicos como Durmashkin iba a tener un final abrupto y sangriento. En enero de 1943, un año después del primer concierto teatral para conmemorar los asesinatos en masa de Ponar, la soprano del gueto Lyube Levitski estaba ensayando su papel para una próxima ópera bajo la dirección de Durmashkin. Levitski fue sorprendida introduciendo comida de contrabando en el gueto para su madre enferma, por lo que fue detenida y asesinada. Poco después, durante la liquidación del gueto, Durmashkin fue deportado al campo de concentración de Klooga, en Estonia. Trágicamente, fue asesinado el día antes de la liberación del campo.
Fania y Henny sobrevivieron y fueron liberadas por soldados estadounidenses tras una marcha de la muerte desde Dachau en la primavera de 1945. Pasaron a formar parte de la Orquesta de Desplazados de St Otillien, una ciudad bávara donde se internó a los refugiados de 1945 a 1948. Conocida al principio como «Orquesta de Supervivientes» y más tarde como «Orquesta de Ex-Campos de Concentración», la orquesta se hizo famosa en Europa y en el extranjero por sus conmovedores arreglos de música popular yiddish y hebrea. Entre sus admiradores estaban David Ben-Gurion y Golda Meier. Henny, que dominaba ocho idiomas, se hizo famosa por sus interpretaciones vocales.
En un giro conmovedor de los acontecimientos, el director Leonard Bernstein pidió un permiso especial para dirigir la orquesta. Se unió a ellos en tres conciertos: uno en Munich y dos en los campos de refugiados de Landsberg y Feldafing, que habían sido subcampos de Dachau. Bernstein acompañó a Henny al piano, insistiendo en que cantara en hebreo y no en yiddish.
La actuación de la orquesta en la Ópera de Núremberg atrajo la atención de los medios de comunicación internacionales, que se encontraban en la ciudad para cubrir los juicios por crímenes de guerra. Para resaltar la brutalidad de los nazis, los miembros de la orquesta, cuyas cicatrices físicas aún eran visibles, llevaban en el escenario los jirones de sus uniformes de los campos de concentración.
Henny emigró a Estados Unidos en 1949 y conoció a su futuro marido, Simon Gurko, durante el viaje. Aunque rara vez actuó en público tras abandonar Europa, ella y Fania grabaron un álbum titulado Songs to Remember (Canciones para recordar), una colección de música del Holocausto, hebrea e yiddish que siguió reproduciéndose en emisoras de radio yiddish de Israel y otros países.
Más tarde, Henny completó su educación interrumpida, obteniendo títulos del Seminario Teológico Judío y de la Universidad de Columbia. Posteriormente trabajó como profesora de escuela hebrea.
La trayectoria musical de Wolf Durmashkin, aunque brillante y trágicamente corta, dejó una huella indeleble en quienes le conocieron y escucharon su obra. Dos imágenes impactantes captan la esencia de su compromiso con la música incluso en los tiempos más oscuros: una lo muestra de pie, orgulloso, frente a la Orquesta del Gueto de Vilna, con los brazos cruzados como si desafiara los muros que los aprisionaban; la otra lo retrata posando con el Coro de Vilna, un recordatorio visual de la vida cultural que luchó por preservar.
De niño prodigio a director de la Filarmónica de Vilna, el talento de Wolf era innegable. Cuando los nazis ocuparon Vilna, sus habilidades musicales le valieron un precario privilegio: la libertad de entrar y salir del gueto. Wolf aprovechó esta oportunidad no sólo para tocar, sino también para resistir. Al introducir de contrabando un piano en el gueto, se aseguró de que la vida cultural judía pudiera continuar, ofreciendo momentos de solaz y belleza en medio de una penuria inimaginable.
La historia de Wolf es un ejemplo de valentía y creatividad frente a la opresión. Sus esfuerzos por mantener las actuaciones musicales en el gueto, su implicación con los partisanos y su inquebrantable compromiso con su arte hasta el final hablan de su carácter y su pasión. El hecho de que fuera asesinado pocas horas antes de la liberación añade una nota conmovedora a su historia.
Aunque la vida de Wolf fue truncada, las imágenes de él dirigiendo y liderando coros sirven como poderosos recordatorios visuales de su dedicación. Captan momentos en los que la música trascendía las duras realidades del gueto, ofreciendo destellos de humanidad en circunstancias inhumanas. Estas fotografías, junto con los recuerdos de quienes le conocieron y la música que creó, garantizan que la contribución de Wolf Durmashkin a la música y la cultura durante uno de los periodos más oscuros de la historia no caerá en el olvido.
Fuentes
Kalisch, S. & Meister, B., 1985. ¡Sí, cantamos! Songs of the Ghettos and Concentration Camps (Canciones de los guetos y campos de concentración), Nueva York: Harper and Row.
Archivo fotográfico de la USHMM (información biográfica)
Hermann Kruk, Diario en el gueto de Vilna, p.195