Los que estuvieron recluidos en el campo en los años de la preguerra para ser ‘re-educados’ en ‘custodia preventiva’ (o ‘Schutzhaft’) fueron principalmente miembros de organizaciones anti-nazis, grupos religiosos, movimientos de resistencia o individuos que hablaban muy abiertamente. Los primeros prisioneros judíos fueron enviados allí por sus afiliaciones políticas, no por su ‘raza’ o religión. Sin embargo, luego de la Kristallnacht y la anexión de Austria, miles de judíos fueron llevados a dicho campo. Con el ingreso de distintas categorías de reclusos, particularmente luego del estallido de la guerra, los prisioneros políticos continuaron dominando y ocuparon posiciones clave en la jerarquía interna de prisioneros durante los doce años de existencia del campo. La importancia de los prisioneros políticos en la jerarquía tuvo repercusiones significativas en las actividades de recreación de Dachau. Los prisioneros políticos mantuvieron una oposición activa al régimen durante su encarcelamiento y su poder relativo en la jerarquía les permitió organizar eventos entre ellos mismos y ayudar a otros prisioneros a arreglar sus propios encuentros clandestinos.
La naturaleza de la vida cotidiana en Dachau cambió notablemente con el correr de los años, de acuerdo con las exigencias de la Administración Central de Campos, las épocas, y los caprichos de los comandantes y del personal del campo. El tiempo libre en Dachau siempre era limitado, pero había períodos de relajación. Por ejemplo, se permitieron juegos durante los breves períodos de descanso hasta 1938. A partir de 1941, nuevamente se concedió permiso para actividades culturales y de entretenimiento: se organizaban funciones teatrales, conciertos, revistas y charlas, y se construyó una biblioteca importante. En 1943, el Reich atravesó contratiempos militares y se apoyó cada vez más en el trabajo esclavo. Por tal motivo, las condiciones de los campos mejoraron levemente, ya que el objetivo era incrementar la producción: se entregaba comida adicional, algunas categorías de prisioneros podían recibir paquetes y se autorizaron algunas pocas actividades culturales y deportivas. Las condiciones empeoraron rápidamente en el otoño de 1944, con la inminente derrota alemana. Si bien los niveles de tolerancia por parte de las autoridades variaban según la época, los reclusos de Dachau compusieron música clandestinamente durante toda la existencia del campo.
A medida que avanzaba la guerra, la población de Dachau se volvía cada vez más variada. Hasta 1938, el campo, conformado casi exclusivamente por alemanes y luego por austríacos, gradualmente comenzó a llenarse de prisioneros, ya que la red nazi se amplió por toda Europa. Aparte de comunistas y socialdemócratas, se sumaron Testigos de Jehová, Roma y Sinti y homosexuales de diversas nacionalidades. Dachau también encerró al grupo más grande de cleros que haya habido en cualquier otro campo: casi tres mil, la mayoría de los cuales eran polacos. Miles de prisioneros judíos fueron encarcelados luego de la Kristallnacht en noviembre de 1938, aunque muchos fueron liberados poco tiempo después. En ese momento, las autoridades nazis impulsaban la emigración de judíos en masa como la solución para la ‘cuestión judía’ en Alemania. Especialmente durante los últimos años de la guerra, la composición social de Dachau (política, religiosa, internacional) enriqueció la diversidad de la vida musical del campo.
En Dachau hubo una gran variedad de actividades musicales, tanto forzadas como voluntarias. Los testimonios incluyen descripciones de conciertos orquestales, funciones de cabaret, canto comunitario, coros, música eclesiástica y canto forzado. Por supuesto, también había reclusos que no experimentaban para nada las actividades culturales. Un prisionero recordaba que
La música del campo pertenecía a la tradición del campo de concentración de Dachau. Las autoridades la utilizaban para engañar. Cuando una visita de categoría honraba con su presencia al campo, porque no tenía nada mejor que hacer en ese momento, y se relajaba luego de la comida y la recorrida, la banda se ponía de pie frente al sector del comedor, tocaba marchas alegres y sonreía con cordialidad. O había una orquesta de cuerdas que tocaba los domingos por la tarde en el baño para otros camaradas.
Como sucedía en otros campos nazis, el canto forzado era parte de las marchas cotidianas y el tomado de lista. Ex reclusos, como Karl Röder, recordaron haber tenido que cantar ininterrumpidamente después de retornar al campo, luego de un día de trabajo duro:
No sé cuántas horas canté en el campo. Deben de haber sido miles. Cantábamos cuando íbamos a trabajar y cantábamos cuando regresábamos al campo. Cantábamos horas enteras cuando tomaban lista para tapar los gritos de aquellos a los que maltrataban, pero también cantábamos cuando al comandante del campo se le antojaba que cantáramos… Consideraban que el ritmo era importante. Teníamos que cantar a paso militar rápido y enérgico y, sobre todo, en voz alta. Después de horas de cantar, habitualmente ya no podíamos emitir sonido. Sabían que tomábamos ese canto como castigo y por esa razón siempre nos hacían cantar en los ejercicios militares.
Las autoridades del campo usualmente exigían que los prisioneros cantaran marchas alemanas y canciones nostálgicas. Otros reclusos describieron la tortura del vagón ‘Moor Express’ de Dachau, que transportaba cuerpos al crematorio: mientras empujaban camiones pesados como ganado (atados al vehículo con sogas y vigas), se los obligaba a cantar para “entretener a las SS”. Obligaban a los prisioneros que recapturaban a marchar por todo el campo con un cartel que decía “Estoy aquí nuevamente”, mientras una pequeña orquesta los seguía. Karl Röder recordaba:
Todas las canciones que cantábamos sin cesar eran siempre igual. Nunca logré cantarlas mecánicamente. El odio y la ira me asfixiaban y sentía que me ahogaba. Hubiera preferido el abuso físico.
Los conciertos privados para los oficiales de las SS también eran bastante frecuentes. Se les pedía u ordenada a los prisioneros que brindaran entretenimiento tanto para fiestas de cumpleaños como para cenas tranquilas. Habitualmente se los remuneraba con comida adicional o cigarrillos, que eran piezas de valor para el trueque; sin embargo, muchos quedaron perturbados por esas vivencias.
El uso de la música en Dachau como modo de tortura también tenía otro aspecto inusual. De todos los campos bajo el régimen nazi, Dachau fue el que hizo mayor uso de la radio para adoctrinar y torturar explícitamente a los prisioneros. El comandante del campo irrumpía bruscamente en la radio nazi a través de los altoparlantes por la noche y durante las comidas. Así los reclusos eran forzados a oir los discursos de Hitler, las noticias de la ‘victoria inevitable’ del ejército alemán y las canciones que se burlaban de los sistemas de valores comunitarios, religiosos y políticos. Usualmente prendían la radio mientras golpeaban a los reclusos y “la música de los parlantes de radio instalados en el campo se mezclaba con los quejidos y gritos de los torturados”.
Además de estas actividades musicales forzadas, la composición de música voluntaria también era generalizada y variada en Dachau. Comparado con los campos de Mauthausen y Auschwitz, Dachau les brindaba a los reclusos bastante flexibilidad en sus actividades cotidianas. Las funciones musicales no sancionadas por las autoridades eran en última instancia secretas y riesgosas, pero la situación mejoraba con la tolerancia de los prisioneros políticos de influencia y la voluntad de algunos oficiales de las SS a aceptar sobornos.
La diferencia entre composición de música voluntaria y forzada fue confusa en el caso de la canción del campo compuesta en 1938 por Herbert Zipper y Jura Jura Soyfer. Esta canción, como solía suceder con las canciones oficiales del campo, tuvo una doble vida: no sólo fue amada por los nazis por su calidad marcial y ritmo de marcha, sino que también fue adorada por los prisioneros por su mensaje de resistencia y perseverancia. Fue, por lo tanto, una de las pocas canciones que se cantaron tanto por indicación de las SS como por propia voluntad de los reclusos.
El canto informal conformaba una gran parte de la vida musical organizada por los prisioneros en el campo. Sin embargo, también había coros secretos y grupos musicales, cuartetos de cuerdas y espectáculos de cabaret y orquestas. Si bien no se sabe a ciencia cierta si una gran cantidad de reclusos alguna vez pudo disfrutar de estos espectáculos, para aquellos que tuvieron la suerte de asistir, claramente fue una experiencia poderosa:
El canto informal conformaba una gran parte de la vida musical organizada por los prisioneros en el campo. Sin embargo, también había coros secretos y grupos musicales, cuartetos de cuerdas y espectáculos de cabaret y orquestas. Si bien no se sabe a ciencia cierta si una gran cantidad de reclusos alguna vez pudo disfrutar de estos espectáculos, para aquellos que tuvieron la suerte de asistir, claramente fue una experiencia poderosa:
En una encarcelación sin final previsible, cuyo único propósito radica en la destrucción física y mental de miles de seres humanos, el vuelo hacia la inconsciencia se convierte en el mayor peligro… Visto desde esta perspectiva, las funciones eran un componente valioso de resistencia interior.
El canto comunitario era una de las actividades más populares y practicadas entre los reclusos de Dachau. Los prisioneros políticos cantaban conocidas canciones folclóricas alemanas, canciones comunes al movimiento revolucionario internacional y canciones de campo comunes a todos los prisioneros políticos del sistema nazi, como ‘Moorsoldatenlied’. De hecho, en los primeros años del campo, la mayoría de los registros de actividad musical de los prisioneros incluyen el canto de canciones de movimientos juveniles o radicales. En el marco de un campo como Dachau, las canciones folclóricas nacionales demostraron ser particularmente importantes para crear y expresar la solidaridad de los reclusos y para compartir recuerdos de lo que habían perdido o de lo que habían dejado atrás. Habitualmente cantaban por la noche en las barracas, luego de un exhaustivo día de trabajo forzado y, en ocasiones, cantaban durante varias horas. Un sobreviviente recordaba:
Alguien se levantó; en voz baja y luego un poquito más fuerte, resonó un canto eclesiástico. El cantante, un cantor de una iglesia grande de Polonia, tenía una excelente voz lírica de tenor. Lo escuchamos con atención. Luego de este cántico eclesiástico llegaron algunos en idish, que eran más solemnes e incluso trágicos. Media hora o una hora después, todo quedó en silencio. El cantante estaba callado. La autoridad de la barraca habló nuevamente, pero esta vez sonaba más tranquilo y más humano: -¿Quién más quiere cantar?-. La nueva voz sonaba más fuerte y firme. Cantó Valentine’s Prayer (Plegaria de Valentín). -Un cantante de ópera de Praga-, susurró una voz cercana a mí. Luego de un pasaje de Fausto, llegaron otros arias de ópera. La última canción, My little city Beltz (Mi pequeña ciudad Beltz), quedó ahogada en llantos. El cantante y el encargado de la barraca lloraban; lloraban por sus hogares destruidos y sus parientes asesinados. -Una canción alegre-, comentó la autoridad de la barraca. El cantante de Praga estaba tranquilo. Un artista de la región de siete montañas se levantó. Comenzó a cantar una canción de moda pero se frenó casi inmediatamente y comenzó a cantar la canción de su hogar, de la ciudad de Beltz, y luego se quedó en silencio. Todo quedó tranquilo.
Además del repertorio preexistente, muchos grupos de prisioneros componían nuevas canciones. Como solía suceder en los campos de concentración, la mayoría de las canciones compuestas allí eran sobre actualidad, hablaban del sufrimiento de la vida cotidiana o transmitían información práctica y consejos. Muchas de las canciones se basaban en melodías existentes. Los compositores del resto de las melodías siguen siendo en gran parte desconocidos. Junto con el canto informal de grupo, había una variedad de coros, tanto clandestinos como oficialmente sancionados.
Como se mencionó anteriormente, una de las cosas que distinguió a Dachau de otros campos fue su extensa y sólida población de sacerdotes. Su contribución a la vida cultural del campo estuvo relacionada principalmente con la música coral. El coro polaco era particularmente activo en los eventos navideños: cantaban villancicos y canciones de obras de Navidad. Los sacerdotes alemanes y austríacos organizaban servicios regulares basados en el coro, que pronto se convirtieron en un entretenimiento especial de la barraca.
En mayo de 1938, Herbert Zipper armó una pequeña orquesta que llevaba a cabo conciertos secretos para prisioneros. Interpretaba los domingos por la noche para grupos reducidos de reclusos. Basándose en su investigación sobre los testimonios de ex prisioneros checos, el historiador Milan Kuna documentó la existencia de tres conjuntos en el campo durante los años de guerra: una orquesta aprobada oficialmente, establecida en 1941 y conformada fundamentalmente por músicos checos; una banda de viento independiente, equipada con uniformes, establecida en septiembre de 1941 y conformada por miembros de la orquesta principal, la cual tocaba fundamentalmente marchas para los prisioneros que salían del campo para trabajar y luego retornaban; y una tercera orquesta dirigida por un prisionero llamado Von Hurk. Esta orquesta contaba con varios músicos profesionales entre sus integrantes y tocaba una variedad de piezas clásicas, incluyendo a los compositores no arios prohibidos. La composición y funciones de las orquestas de Dachau eran muy parecidas a la de los conjuntos de otros campos. Los músicos aprovechaban para combinar los instrumentos disponibles en el campo o aquellos que les permitían recibir de sus casas, y generalmente escribían sus propias partituras y arreglos. Tenían el privilegio de recibir raciones de pan adicionales por tocar y trabajaban casi exclusivamente dentro del campo. Los espectáculos eran en su mayoría para las SS o para visitas importantes y el repertorio incluía principalmente marchas alemanas y melodías populares. Aunque no muchos prisioneros tenían acceso a los conciertos de la orquesta, se hacían esfuerzos por llevar a cabo interpretaciones clandestinas exclusivamente para los reclusos.
Las funciones de cabaret satírico se tornaron habituales en la vida de Dachau en 1938 con la llegada de las primeras víctimas vienesas de la Anschluß (anexión de Austria). Artistas conocidos como Hermann Leopoldi, Fritz Grünbaum, Paul Morgan y Fritz Löhner-Beda daban conciertos regulares los domingos, que eran populares y muy concurridos. De esta manera, el ex recluso Bruno Heilig describía sus actuaciones:
Cada domingo, los artistas del campo presentaban un espectáculo de cabaret, entre los cuales estaban Fritz Grünbaum, Paul Morgan, Hermann Leopoldi y el cantante berlinés Kurt Fuss. Al principio, la idea de iniciar un cabaret en un campo de concentración parecía absurda, pero demostró ser un éxito. Cientos de prisioneros asistían a los espectáculos. Grünbaum y Morgan hacían sus viejos sketchs, que eran aplaudidos a carcajadas por sus compañeros. Leopoldi hizo un gran éxito de las canciones vienesas. Kurt Fuss cantaba baladas sofisticadas sobre las mujeres y el amor. La canción “From early youth the cunning band has had me on the string” (Desde la juventud la banda astuta me tuvo sobre las cuerdas) no había sido furor ni siquiera cuando yo estaba en edad escolar, pero en un campo de concentración no importa escuchar los últimos favoritos populares. Estas matinés de cabaret nos generaban la ilusión de un poquito de libertad. Por una hora o dos, uno tenía la sensación de estar en casa.
La mayoría de los músicos de cabaret fueron transportados a Buchenwald a fines de 1938, donde también organizaban funciones.
Dachau fue liberado por las tropas norteamericanas el 29 de abril de 1945.
Referencias
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