Zog nit keynmol az du geyst dem letstn veg (“Nunca digas que esta senda es la final”), también conocida como “La canción de los partisanos”, es quizás la canción idish más conocida que se creó durante el Holocausto. Fue escrita por el joven poeta de Vilna Hirsh Glik y se basaba en una melodía preexistente del compositor judío soviético Dimitri Pokrass. Inspirada en la noticia de la sublevación del gueto de Varsovia, la canción fue adoptada como el himno oficial de los partisanos de Vilna poco después de que su composición en 1943 y se difundió con notable rapidez en otros guetos y campos. La canción es poderosa y desafiantemente optimista, reconoce el sufrimiento judío en el pasado y en el presente e impulsa al pueblo judío a seguir luchando por su supervivencia. Es una de las canciones más interpretadas en las ceremonias de conmemoración del Holocausto.
Nunca digas que esta senda es la final,
Aunque cielos plomizos oscurezcan días azules;
La hora que estamos esperando llegará,
Nuestros pasos sonarán: ¡aquí estamos!
De tierras verdes a tierras de nieve lejanas,
Llegamos con nuestro dolor, con nuestro pesar,
Y donde cayó una gota de sangre,
Allí brotará nuestra fuerza, nuestra valentía.
El sol de la mañana matizará nuestro día con oro,
Y el ayer se desvanecerá con el enemigo,
Pero si el sol y el amanecer se retrasan:
Como una consigna, esta canción pasará de generación en generación.
Esta canción está escrita con sangre y no con plomo,
No es una canción sobre un pájaro libre
Un pueblo, entre los muros caídos,
Cantó esta canción con pistolas en las manos.
Por lo tanto, nunca digas que esta senda es la final,
Aunque cielos plomizos oscurezcan días azules;
La hora que estamos esperando llegará,
Nuestros pasos sonarán: ¡aquí estamos!
Referencia: Shirli Gilbert, “Music in the Holocaust: Confronting Life in the Nazi Ghettos and Camps”. Oxford: Oxford University Press, 2005, p. 71.
Consulta el sitio web "Jewish Culture During the Shoah" (YIVO) para obtener una versión en idish.