Raphael Schächter
Raphael Schächter nació en Braila, Rumania, el 27 de mayo de 1905 y fue criado y educado en Berno. Llegó a Praga después de la Primera Guerra Mundial para estudiar piano, composición y dirección de orquesta en el Conservatorio de Praga, donde se graduó. Estableció la Ópera de Cámara en 1937 para interpretar música barroca abandonada y trabajó junto a Emil F. Burian en su teatro de vanguardia. Sin embargo, la persecución nazi pronto hizo que Schächter redujera sus actividades musicales y se dedicara a lecciones privadas y a conciertos en casas.
Schächter llegó a Theresienstadt en noviembre de 1941 y poco tiempo después comenzó a reunir cantantes e instrumentos. Fue un pionero de la vida cultural en el gueto y trabajó con Karel Svenk y Gideon Klein, entre otros, en la organización de actividades.
En el verano de 1942, Schächter ya había comenzado a ensayar “La novia vendida” de Bedrich Smetana. El estreno de la ópera tuvo lugar el 28 de noviembre sin escenario ni vestuario, y Schächter acompañó al conjunto con un piano de cola mignon estropeado. La función fue considerada como “un gran acto musical” y tuvo tanto éxito que se repitió treinta y cinco veces. Una niña de 13 años escribió en su diario:
"Había escuchado ‘La novia vendida’ tres veces en Praga pero nunca fue tan hermosa como aquí. En realidad es un milagro que el director Schächter sea capaz de prepararla así. Cuando iba caminando a casa, escuché de casualidad una charla sobre comida, mercado negro, pases y trabajo en los campos y me sentí como una persona después de haber tenido un sueño hermoso, que despierta repentinamente y todo es tan trillado como siempre. Pensaba todo el tiempo en ‘La novia vendida’, y aún en mi cuasi sueño escuché Faithful loving [“Amor fiel”; el dúo de amor de la ópera]".
Schächter comenzó a ensayar una segunda ópera, “El beso”, poco tiempo después. Al describir la función, el cantante Bedrich Borges recordaba:
"Raphael Schächter literalmente brinda ánimo a las personas. Recuerdo, por ejemplo, cómo trabajó con el coro de la ópera “El beso”. Yo no canté, me senté entre el público... Miré a Schächter y pensé que estaba mirando a Johann Sebastian Bach. El hombre simplemente estaba impregnado de música; se lo veía un hombre muy sólido."